El 30 por ciento de las personas mayores en España sufre una caída al año, mientras que el 10% padece dos o más. Las caídas son un importante problema de salud a nivel mundial y la solución que ofrece la comunidad científica de momento pasa por minimizar el riesgo y mitigar las consecuencias.
Todos nos caemos, pero las caídas con consecuencias graves o muy graves se presentan principalmente en personas mayores. Algunas de las consecuencias graves pueden ser fractura de cadera, dolor incapacitante tras la contusión o miedo intenso a caer de nuevo que resta autonomía a la persona. Entre las muy graves se encuentran la fractura de columna y los problemas derivados de golpes en la cabeza.
En personas mayores son más frecuentes debido a dos motivos: el envejecimiento y los espacios que no se adaptan a sus necesidades reales. El primero de ellos supone una reducción de la masa muscular y esquelética, lo que conlleva una menor fuerza y equilibrio y, por tanto, una pérdida de funcionalidad y autonomía. Los espacios que no se adaptan a sus necesidades reales y los elementos que los componen, pueden ser auténticas “trampas” que no siempre consiguen evitar. Algunos de estos elementos podrían ser alfombras, cables, objetos en el suelo, animales domésticos, suelos resbaladizos o irregulares, calzado inadecuado, camas altas o muy estrechas, muebles inadecuados o mal distribuidos, problemas de iluminación, problemas con escalones o barandillas, medios de transporte inadecuados, cambios de residencia al domicilio de familiares (desorientación ambiental).
Los espacios que no se adaptan a sus necesidades reales y los elementos que los componen, pueden ser auténticas “trampas” que no siempre consiguen evitar
La Residencia Virgen del Pilar, en Boadilla del Monte, ha implantado un protocolo de prevención de caídas para ayudar a las personas mayores a minimizar riesgos y mitigar las consecuencias incapacitantes; siempre desde el respeto a la privacidad, la libertad de movimientos y la dignidad de la persona. Cuenta con cuatro fases:Por otro lado se encuentran las personas mayores que sufren algún tipo de demencia. Las caídas cuando hay deterioro cognitivo son mucho más probables y, además, tienen mayores consecuencias debido a su situación de mayor fragilidad.
Evaluación de los riesgos de caída: Teniendo en cuenta los riesgos ambientales y la singularidad de la persona, identifican a los que el individuo se encuentra expuesto en el momento de la evaluación o, en el caso de existir antecedentes de caídas, se analizan las causas que la provocaron.
Plan de acción personalizado: En base a la anterior, elaboran un plan de acción individualizado, que puede conllevar medidas para reforzar los puntos débiles de la persona, mejorar su autonomía o prevenir las dificultades del entorno.
Reuniones de seguimiento del plan de acción: La eficacia se revisa semanalmente por un equipo interdisciplinar formado por médico, enfermero, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional y personal de atención directa.
Mejora constante del plan de acción: se va adaptando a las nuevas circunstancias de la persona.
Podemos concluir por todo lo expuesto anteriormente, que ante la aparición de cualquier factor de riesgo es preceptivo para la persona mayor recibir ayuda, preferiblemente profesional. No recibirla le expone a sufrir una caída con consecuencias graves o muy graves para su salud. Con asistencia especializada las caídas pueden prevenirse en gran medida y sus consecuencias mitigarse para mejorar el pronóstico de la calidad de vida conservada después de caer.