El Centro de Atención Temprana y Postemprana, una ayuda para acompañar a los niños de Boadilla del Monte

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Las terapeutas que dan este servicio explican a Boadilladigital en este reportaje cómo trabajan “para alcanzar el máximo potencial” de cada usuario.

Hasta los 12 años las sesiones son individuales. Con los más mayores, valoran la terapia de habilidades sociales y autonomía en grupo.

Roberto tiene dos años y cada semana acude al Centro de Atención Temprana y Postemprana Carolina Juzdado de Boadilla del Monte. Al igual que otros niños menores de seis, tiene que salir del colegio para asistir solo a terapia durante la mañana. 

Su padre, Alejandro Barandiarán, explicó que “nació gran prematuro, con 30 semanas”. Los primeros días tuvieron muy controlada su situación física y su alimentación y “se paró mucho el crecimiento que quizás debería haber tenido”. Desde el propio hospital donde nació, les recomendaron buscar este servicio.

Al igual que él, al centro acuden unos 150 menores que presentan un retraso en su desarrollo o alteraciones como parálisis cerebral o Trastorno del Espectro Autista (TEA). Comprende Atención Temprana, hasta los 6 años, y es uno de los pocos centros subvencionados en la Comunidad de Madrid que realiza también Postemprana, hasta los 18. 

El objetivo es ayudarles a alcanzar todo su potencial en las primeras etapas de su vida, en las que aún se están desarrollando» 

Roberto desarrolló antes el lado izquierdo que el derecho, por lo que ha tenido que reforzar sus habilidades motrices. Con seis meses empezó a hacer fisioterapia y también estimulación y ahora con dos años tiene casi la misma movilidad que otros niños. 

Su fisioterapeuta es Lidia Nova, directora del centro desde 2014. Ella explicó que la labor con cada niño es diferente: realizan psicoterapia, terapia ocupacional, logopedia, estimulación, habilidades sociales o neuropsicología. El objetivo es ayudarles a alcanzar todo su potencial en las primeras etapas de su vida en las que aún se están desarrollando.  “Por ejemplo, si le cuesta hablar, que alcance su máxima capacidad comunicativa”, añadió.

Sesiones individuales y grupales

El proceso de la terapia es diferente con cada uno y va cambiando a medida que el paciente crece. Todo comienza cuando por una valoración médica de la Comunidad de Madrid, las familias pueden pedir una plaza a través de los Servicios Sociales de Boadilla del Monte. Las terapeutas destacaron que en la Concejalía «no hay lista de espera», mientras que sí en los centros gestionados a nivel regional. La trabajadora social y el centro realizan una valoración terapéutica y establecen cuál es el tratamiento más adecuado y el número de sesiones a la semana (entre una y tres).

En Atención Temprana, las citas son individuales. Cada profesional trabaja en una sala con el niño por las mañanas, por eso los pasillos tienen un ambiente silencioso y de tranquilidad mientras lo enseñan. Hasta los dos años, las familias tienen un papel muy importante y asisten a todas las sesiones. Lidia indicó que es cuando las familias tienen más dudas y están asimilando la noticia. Más tarde, se realizan separados de los padres, pero se mantienen en contacto continuo. 

Actualmente, atiende a 70 niños en Atención Temprana y 84 en Postemprana

A partir de los 12 años, sin embargo, priorizan la terapia grupal en los niños con los que es viable. La directora indicó que es porque una vez producida la maduración completa del sistema nervioso central, a veces “la parte de lo social y la autonomía se queda un poco atrás”. Intentan hacer grupos homogéneos más orientados a la transición a vida adulta, con habilidades para enfrentarse al día a día (ir a una tienda, atarse los zapatos) o de comunicación. Ha añadido que tras muchos años en terapia, los usuarios también quieren cambiar lo que hacen.

Nieves Gascón y Patricia Sánchez, de Servicios Sociales, añadieron que a partir de esta edad cuentan con otro tipo de recursos educativos y sanitarios, colegios de educación especial y el sistema de dependencia para personas con discapacidad. Además de que impulsan otras iniciativas de acompañamiento y de ocio.

Este es un recurso que complementa lo que el sistema de protección tiene organizado ya. Estamos desarrollando un servicio que no es habitual y su objetivo es acompañar a la persona en todas las fases de su vida, que al final es de lo que se trata.

Aumento de los casos

Cuando Lidia llegó en 2014, tan solo eran una veintena de niños. En 2016, se amplió de 6 a 18 años. Actualmente, atiende a 70 en Atención Temprana y 84 en Postemprana. Los más pequeños suelen ser TEA, prematuros o con algún síndrome o lesión cerebral, mientras que los mayores tienen perfiles más variados: a los anteriores se les suman personas con discapacidad intelectual, déficit de atención o que necesitan un apoyo extra.

La neuropsicóloga Cristina Manso considera que el aumento se debe a que el servicio se conoce más. Y que cada vez las familias, Atención Primaria y los colegios son más conscientes de los signos de alerta de que el niño puede tener alguna dificultad. Desde Servicios Sociales, apuntaron al aumento de parejas jóvenes viviendo en Boadilla del Monte.

El equipo ha notado una mayor presión en la Atención Postemprana. Hasta el último aumento de presupuesto y horas, solo podían pedir una hora a la semana priorizando la grupal. Ahora los menores de 12 pueden tener hora y media individualizada. Para Lidia, su mayor reto a futuro es continuar su labor sin que haya recortes ni trabas y que les permita seguir atendiendo todas las solicitudes.

Cercanía al domicilio

Para las familias, tener el centro cerca del domicilio supone su principal ventaja. A Roberto, la Comunidad de Madrid le derivaba a Pozuelo de Alarcón o Aravaca, mientras que por la Concejalía pudo entrar inmediatamente en Boadilla del Monte. 

No todas las familias se pueden permitir sacar a su hijo del colegio a las 10 de la mañana y traerlo.

Ahora que ha empezado el colegio, su padre tiene que recogerle de clase, llevarle a terapia y después volver. “Si tuviera que ir a Pozuelo, sería inviable”. Explicó que él no había tenido problemas, pero que le gustaría que hubiera centros más cercanos a otras zonas del municipio, porque “no todas las familias se pueden permitir sacar a su hijo del colegio a las 10 de la mañana y traerlo”.

Con la salida de la última niña de la mañana, todas las trabajadoras se reunieron para organizar las siguientes sesiones y esperar a los grupos mayores, que llegarán después del colegio. 

Alejandro añadió que la continuidad en las terapias y lo que hacen es lo que considera más importante, ya que a los niños pequeños les cuesta coger confianza. “Roberto ha estado siempre con ellas, les tiene cariño y viene contento y feliz”.

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