Las reservas de agua de los embalses gestionados por Canal de Isabel II han iniciado el año en el 51 % de su capacidad total, un porcentaje 12 puntos inferior a la media registrada para estas fechas, según datos del Gobierno regional.
La falta de lluvias y las temperaturas registradas este otoño han propiciado un aumento del consumo de agua en nuestra región. En los tres primeros meses del año hidrológico, que comenzó el 1 de octubre, el consumo se ha incrementado en un 4,9 %.
Las temperaturas medias registradas en Madrid capital en el otoño han sido de ligeramente superiores a la media de 2016 y las precipitaciones recogidas en las presas de Canal de Isabel II han sido sólo de 88 milímetros durante el otoño, frente a los 227 milímetros del año pasado o los 247 que se recogen de media en estos meses en los embalses de la empresa pública.
La escasez de precipitaciones y las temperaturas también ha incidido negativamente en la evaporación del agua almacenada, que ha sido un 230 % más alta que la registrada hace un año.
El dato de las aportaciones de los ríos también arroja un balance negativo si se compara con la media histórica, ya que en los tres primeros meses del año hidrológico el agua que ha llegado a los embalses ha sido de 28 hectómetros cúbicos frente a los 174,6 hectómetros cúbicos y que constituyen el segundo peor inicio en materia de aportaciones recibidas.
No obstante, y dado que se desconoce cómo se comportará el régimen de lluvias durante este invierno y la próxima primavera, Canal de Isabel II insiste en que se debe hacer un uso todavía más eficiente del agua, por lo que ha iniciado una campaña informativa para cincienciar a los madrileños. Recuerdan que son los pequeños gestos los que logran reducir el consumo en los hogares, como cerrar el grifo al lavarse los dientes (ahorro de 12 litros por minuto); usar la lavadora y el lavavajillas a carga completa (ahorro de 30 litros por uso); o ducharse en lugar de bañarse (ahorro de 150 litros por ducha).
Junto a esto, desarrolla distintos planes y actuaciones para preservan el agua destinada al consumo humano, como el impulso al desarrollo de la regenerada para usos públicos e industriales, o los planes de renovación de red y a las campañas sistemáticas de detección de fugas, con lo que se ha logrado reducir en un 70 % el volumen de pérdidas sobre agua derivada, pasando de un 6,5 % en 2010 al 1,98 % en 2016.