Javier Siegrist: «el papa Francisco es el don que Dios veía necesario para nosotros en el mundo actual»

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Javier Siegrist parroco iglesia Santo Cristo de la Misericordia Boadilla del Monte
Javier Siegrist.

Primera parte de la reflexión del párroco de Santo Cristo de la Misericordia de Boadilla del Monte, Javier Siegrist, sobre el legado del papa Francisco, fallecido ayer a los 88 años.

El testamento del papa Francisco nos indica con bastante claridad el corazón de este pastor que Dios le ha dado a la Iglesia en este último tiempo. El don que Él veía necesario para nosotros en el mundo actual. El Papa indica en su testamento, sintiendo que se avecina el paso de la vida terrena con gran esperanza en la vida eterna, deseó manifestar su voluntad en lo que toca respecto a su sepultura: “mi vida es el ministerio sacerdotal y episcopal, que siempre he confiado a la madre de nuestro Señor, María santísima y por esto pido que mis restos mortales descansen en la basílica de Santa María la Mayor esperando el día de la resurrección”.

Esto nos indica cómo el papa Francisco, como verdadero hijo de San Ignacio de Loyola, le sigue los pasos porque San Ignacio celebró su primera misa en esa basílica, en el lugar del Pesebre, mostrando esos dos grandes amores que tenía San Ignacio, a la Virgen, a la que estaba tan agradecido porque le había cuidado siempre, y a la vez al Misterio de la Encarnación y del Nacimiento, porque en ese lugar se guardan las reliquias del pesebre de Belén.

Cuando el 13 de marzo de 2013 fue elegido Papa, nadie se podía imaginar lo que sería este papado; un Papa jesuita y argentino. Con esas premisas, todo podía ser, y así ha sido. Por medio de este pastor Dios ha ido desafiando la mentalidad de una Iglesia que a veces estaba instalada en sus propios criterios y en su propia forma de ser.

El papa Francisco, ya desde los orígenes de su ministerio, ha intentado interpelar a la Iglesia para que reflexione sobre su identidad y se mida frente al Evangelio.

El papa Francisco ha intentado interpelar a la Iglesia para que reflexione sobre su identidad y se mida frente al Evangelio

Al final de su vida nos ha dado su gran legado, la encíclica ‘Dilexit nos’, del corazón de Jesús, como manifestación del corazón loco de Jesucristo en la carne al hombre y dice al final del texto que esa encíclica es la clave de la interpretación de su papado y de todos los documentos que ha escrito. Es un Papa que habla desde la libertad de la verdadera amistad con Cristo, único al que quiere dar cuenta de su vida, y esta amistad con Cristo le hace ser independiente de opiniones y comentarios.

Siendo esa espiritualidad más puramente ignaciana, desea “ser tenido por loco y vano por Cristo, que por mí fue tenido por tal”, que diría San Ignacio de Loyola.

Sabemos muy bien que San Ignacio el misterio de la vida de Cristo que más le impresionaba era cuando Herodes saca a pasear a Jesús por las calles de Jerusalén vestido de loco y él desea vestirse de la misma forma que Jesucristo. A mí me da la sensación de que Francisco ha pretendido precisamente esto.

Creo que quien no conozca bien la espiritualidad ignaciana corre el riesgo de no entender bien lo que ha sido el papado del papa Francisco. Es un hombre que ha querido actuar libremente y me atrevería decir que en conciencia.

Francisco, como obispo de Roma, ha querido presentarse como un fiel vasallo de quien lleva de verdad la Iglesia que es Cristo

Una manera bonita de entender le es repasando los documentos que ha escrito desde que se presentó como obispo de Roma, puesto que ha aprendido a ser Pedro, no Cristo. Aunque como dice el Concilio Vaticano II es el legado y vicario de Cristo en la Tierra, evidentemente, pero Francisco sabe que quien llega la Iglesia es el Señor. Ha intentado actuar como Pedro, siendo un referente de unidad de la fe pero a la vez desafiando esa instalación que tenemos, no solamente la Iglesia, sino todos los hombres que a veces nos instalamos en nuestra zona de confort y comodidad más ramplona.

Francisco, como obispo de Roma, ha querido presentarse como un fiel vasallo de quien lleva de verdad la Iglesia que es Cristo.

También se podría entender muy bien su vida siguiendo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, cuando hablan de “imitar a Cristo” en sus humillaciones y pobrezas.

Javier Siegrist

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