«Felicidad, ¿dónde estás?»

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felicidad

Desde el inicio de los tiempos se busca la felicidad. Se trata de alcanzar el “estado de grata satisfacción espiritual y física” (según la RAE), de encontrarla por todos los medios posibles, pero ¿dónde está?

Para Platón se basa en el deseo y la ambición del poder, para Aristóteles no es un medio sino un fin, para Sócrates está íntimamente ligada con el conocimiento. Larga es la lista de quienes, pasado y presente, no paran de analizar la felicidad pero sin desvelar si la encuentran.

En la actualidad, psicólogos, coaches y libros de autoayuda, intentan mejorar el camino hacia la felicidad aconsejando viajar y socializar, todo acompañado de risas, música y comedias más que dramas. Fácil es ponerlo en práctica si no hay otros elementos adheridos: crisis personales, familiares, médicas, profesionales, económicas… Para ayudar, desde 2012 la ONU declaró como Día Internacional de la Felicidad, el día 20 de marzo resaltando así lo importante que es estar felices, especialmente, para la salud mental.

El Museo de la Felicidad se une y quiere contribuir a que se alcance un buen estado de ánimo mediante la diversión, los abrazos y las risas, previo pago de la correspondiente entrada. Gasto que para algunos supone renunciar a ese rato de felicidad (esto no quiere decir que se esté en contra de pagar una entrada, sino que hay circunstancias particulares para todos los bolsillos). Y es que, se mire por donde se mire, la felicidad tiene un precio. También renuncias.

Larga es la lista de quienes, pasado y presente, no paran de analizar la felicidad pero sin desvelar si la encuentran.

Puede que para ser feliz de manera individual haya que renunciar a elementos y/o personas que han estado presentes durante mucho tiempo en nuestras vidas. Y si lo que se pretende es dar felicidad a los demás, puede que se tenga que dejar al margen la propia; es entonces cuando el término se enreda con el pensamiento de Kant sobre que la felicidad debía ser merecida y que promover la felicidad ajena era un deber.

El mío es mencionar al infante don Luis (1727-1785), esta vez acompañado de la felicidad recogida por algunos escritos realizados en su tiempo. 

‘La fuente de la felicidad’, sainete de Ramón de la Cruz publicado en 1765. Cuando el telón se levanta los primeros personajes aparecen cantando y bailando. ¿Se puede ser más feliz? El documento manuscrito es descargable para ser consultado el original. Una felicidad que aprecian los amantes del teatro leído.

‘El Hombre feliz independiente del mundo y de la fortuna, ó Arte de vivir contento en qualquier trabajo de la vida’, de Teodoro Almeida publicado en 1783 y que puede leerse al completo. Del prólogo se extrae: “la mayor parte de los que se llaman infelices, pudieran no serlo, si tuvieran en el entendimiento otra forma de pensar, y en la voluntad otra moderación en el querer”. ¿Está en uno mismo alcanzar la felicidad?

Se mire por donde se mire, la felicidad tiene un precio

Podemos añadir aquí el pensamiento de Schopenhauer, para quien la felicidad es una ilusión que lleva al sufrimiento si se busca constantemente: lleva a ser infelices.

‘A la felicidad de la princesa Ntra. Sra. en haber dado á luz sin confusion y en orden sucesivo sus dos gemelos infantes, y verlos á uno y otro lograr el santo bautismo’, un  soneto escrito por F.M. de J.M.R. y que puede leerse al completo.

Se trata del alumbramiento de los infantes gemelos Carlos y Felipe, hijos de Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma, nacidos el 5 de septiembre de 1783. Una felicidad que quedó reflejada en infinidad de eventos y medallas conmemorativas, como las conservadas en la Real Academia de Historia o en el Museo del Prado. Además, el acontecimiento coincidió con la firma del Tratado de Versalles que ponía fin a la Guerra con Gran Bretaña. Diferentes estados de felicidad que el abuelo de los recién nacidos, el monarca Carlos III, quiso celebrar con su pueblo por todo lo alto.

Lo importante es reconocerla y no echarla en cara su efímera esencia ni su tardanza

Sin embargo, como la felicidad es finita, la alegría de la maternidad de María Luisa de Parma se vio seriamente afectada por mucho tiempo a causa de las continuas y dolorosas pérdidas.

Pero no seamos pesimistas. La felicidad llega a todos en el momento más inesperado. Lo importante es reconocerla y no echarla en cara su efímera esencia ni su tardanza, porque entonces se convierte en infelicidad y esa puede durar más que una batería de litio; eso si no arde. ¡Ay!

Termino con una lista de canciones sobre la felicidad (pero hay muchas más) para escuchar o cantar; si se bailan, mucho mejor; si con buena compañía, excelente. Hay que procurar ser felices porque sólo se vive una vez.

¡Feliz primavera!

Pilar del Campo Puerta

Documentalista y escritora

 

 

 

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1 Comentario

  1. Un relato muy apropiado y totalmente cierto.
    Solo se vive una vez y se puede encontrar la felicidad en los lugares más sencillos.
    Gracias

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