El índice de fecundidad en España es el segundo más bajo de Europa

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Con 1,3 hijos por mujer en 2017, según el estudio Esenciales de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

Hay diferencias entre regiones que suponen hasta el doble de hijos por mujer. 

Dentro de la Unión Europea de los 28, España, junto a Portugal e Irlanda, es la economía en la que el índice de fecundidad se ha reducido con mayor intensidad entre 1975 y 2017. De ser el segundo país con la más elevada, después de Irlanda, ha caído hasta el penúltimo lugar con 1,3 hijos por mujer en 2017 (último año disponible para la UE), solo por encima de Malta (1,26), en niveles parecidos a Chipre (1,31), Italia (1,32) y Grecia (1,35) y lejos de Francia (1,9) o Suecia (1,78). Los impulsores del estudio creen que «es preocupante que ningún país alcance el nivel de reemplazo generacional, poniendo en peligro la sostenibilidad demográfica.

Este envejecimiento repercute por una parte, en el fenómeno de despoblación que vive España y, por otra en la sostenibilidad del Estado del bienestar, al aumentar el gasto en sanidad, dependencia y pensiones. Entre 1975 y 1998, los indicadores de natalidad y fecundidad en nuestro país se desplomaron situándola dentro de las economías de fecundidad muy baja. Si bien se recuperó en los años posteriores, el inicio de la crisis supuso un punto de inflexión en el crecimiento tras diez años consecutivos de aumento.

Municipios

Ningún país de la UE-28 alcanza el índice de fecundidad de 2,1 hijos por mujer que garantiza el reemplazo generacional y la estabilidad de la población

La tasa bruta de natalidad (TBN), que mide el número de nacimientos por cada mil habitantes, ha caído en la mitad de los municipios españoles en 2017 respecto al 2000, principalmente en la parte central y sur de España, así como Canarias. En un 18% de los municipios, no ha variado, registrándose en la mayoría de esos cero nacimientos.

Por otra parte, en el 31% aumenta la TBN, aunque este incremento no se produce necesariamente por un aumento del número de nacimientos, si no por una importante caída de la población. De hecho, las regiones que registran una mayor subida son aquellas caracterizadas por la despoblación.

Agregando la información a nivel provincial, se observa una caída de la TBN en el 90% entre 2000 y 2017, ya que en solo cinco ha aumentado el número de nacimientos por cada mil habitantes: Lugo (0,5), Álava (0,4), Huesca (0,2), Ourense (0,1) y Palencia (0,1). Por el contrario, Las Palmas (-4,8), Tenerife (-3,3), Cádiz (-2,8), Jaén (-2,8) y Baleares (-2,7) son las provincias en las que más ha caído la TBN.

En Madrid se ha pasado de una TBN de 10,58 en el año 2000, a 9,31 (-1,27).

Más muertes que nacimientos

Esta evolución de la natalidad determina la velocidad a la que envejece la población y afecta a su crecimiento vegetativo. En lo que llevamos de siglo, el saldo vegetativo en España es por primera vez negativo en 2015, encadenando en la actualidad dos años consecutivos de valores negativos. En 2018, en 42 provincias el número de defunciones supera al de nacimientos, casi el doble que en 2000. Zamora vuelve a posicionarse en 2018, por sexto año consecutivo, como la provincia con el crecimiento vegetativo negativo más elevado (11 personas menos por cada mil habitantes) y Almería como la del valor positivo más elevado (3 personas más por cada mil habitantes).

Por otra parte, el Índice Síntético de Fecundidad (ISF) mide el nivel de fecundidad expresado en hijos por mujer. En España ha caído desde los 2,8 en 1975 hasta los 1,25 en 2018 (último año disponible).

Salvo Melilla, todas las provincias muestran una caída en su ISF sin alcanzar, en ningún caso, los 2,1 hijos por mujer necesarios para garantizar la continuidad de la población. Melilla (2,4), Ceuta (1,7), Almería (1,6), Murcia (1,5) y Girona (1,5) tienen el ISF más alto, cifras que casi duplican los datos de Ourense (0,92), Tenerife (0,96) y Las Palmas (0,99), provincias que se enfrentan a un mayor reto en la sostenibilidad de su nivel poblacional. Es decir, las diferencias llegan a duplicarse entre regiones.

Maternidad

La caída de la natalidad y la fecundidad guarda una estrecha relación con el aplazamiento de la maternidad en España. La creciente participación de la mujer en el mercado de trabajo y el elevado nivel educativo que han ido alcanzando han retrasado la decisión de ser madres a edades más avanzadas. Es una tendencia presente en todas las sociedades desarrolladas (“síndrome del retraso”), aunque particularmente intensa en los países del sur de Europa.

Los nacimientos en mujeres menores de 30 años caen a la mitad desde 1990, mientras que se duplican en mujeres de entre 35 y 44 años

El calendario de fecundidad se ha desplazado y la Tasa Global de Fecundidad (TGF) española, nacidos por cada mil mujeres en edad fértil, ha caído progresivamente. Los nacimientos en mujeres menores de 30 años caen a la mitad desde 1990, mientras que se duplican en mujeres de entre 35 y 44 años. Si bien en mujeres de más de 45 años es la más baja, se multiplica por 4 desde 1990 y por 2 desde 2007. Por tanto, se tienen menos hijos y a mayor edad.

La mayor TGF en España se sitúa entre los 30 y 34 años de edad, con 86 nacidos por cada mil mujeres fértiles. Las mayores tasas en esta franja de edad se dan en Guipúzcoa (115), Ceuta (103) y Navarra (100) y las más bajas se encuentran en Las Palmas y Ourense (59) y Tenerife (61).

Existen teorías que sostienen que un mayor nivel educativo de las mujeres conlleva consecuencias negativas sobre la fecundidad, debido al aplazamiento de la maternidad y al descenso en el número de hijos dado el coste de oportunidad que enfrentan las mujeres. Actualmente en España, a mayor nivel educativo de la madre el número medio de hijos es menor. Mientras que las que han estudiado como máximo enseñanza Secundaria obligatoria tienen una media de 1,5 hijos, la media en las que tienen estudios secundarios de segundo ciclo es de 1,03 hijos y baja a 0,9 en el caso de las que tienen superiores. Esta relación negativa está presente en todas las regiones españolas a excepción de Navarra y el País Vasco, donde el número medio de hijos de las mujeres con estudios superiores es mayor al de aquellas con estudios de Secundaria de segundo ciclo.

En lo que respecta al aplazamiento de la maternidad, si bien es una característica generalizada en todas las mujeres españolas, son aquellas con estudios superiores las que más tarde tienen a su primer hijo. El 42% de las que tienen estudios superiores dan a luz por primera vez entre los 30 y 34 años de edad, reduciéndose al 24,6% en mujeres con Secundaria de segundo ciclo y al 16,3% en aquellas con hasta secundaria de primer ciclo.

Por tanto, se puede concluir que en España, el nivel educativo de la madre también condiciona el número medio de hijos y el momento de iniciarse en la maternidad. Las implicaciones económicas y sociales que tienen la natalidad y fecundidad las convierten en factores críticos de análisis.

Los impulsores del estudio creen que «es importante diseñar políticas que incentiven la natalidad, cuyo papel es determinante para garantizar el bienestar de la población y el relevo generacional. La efectividad de dichas políticas puede mejorar si se pone el foco en la conciliación familiar y laboral más que en solo incentivos monetarios. Como muchos otros fenómenos demográficos, atañe a toda Europa y debería considerarse dentro de las políticas comunitarias más importantes».

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