«Bibliotecas. Atención. ¡Acción!»

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Biblioteca pública de Boadilla del Monte 2021

Recientemente se ha presentado el libro Coleccionismo, ocio e Ilustración. La biblioteca del infante don Luis de Borbón Farnesio, de Inmaculada Arias de Saavedra, donde pone en valor la biblioteca: espacio, colección, gestión y gusto de su poseedor.

Es apasionante la historia del libro y las bibliotecas a lo largo de la historia, pero como la citada corresponde a la época de la Ilustración, cabe señalar que la adquisición y exhibición de libros, en muchas ocasiones encuadernados a juego con la decoración de la estancia, era un signo de poder reservado para los nobles y las personas de clases más pudientes. Aislados espacios silenciosos y propicios para la meditación, el estudio o el retiro tranquilo desvinculado de la cotidianidad, hacían de estas bibliotecas privadas joyas de las que presumir. Era evidente también que las familias poseedoras de libros gozaban de buena formación, para leer y comprender los textos.

La lectura quedó incorporada en las rutinas de entretenimiento de las mujeres con vida desahogada. Aunque todavía la presencia de escritoras y lectoras del siglo XVIII seguía siendo escasa, en muchos lienzos con retratos femeninos de la época el objeto decorativo por excelencia era un libro entre las manos, desafiando las frases Las mujeres que leen son peligrosas, y Las mujeres que escriben también son peligrosas, que con el tiempo han dado título dos los libros de Stefan Bollmann.

La lectura quedó incorporada en las rutinas de entretenimiento de las mujeres con vida desahogada

Un ejemplo de esa época, siglo XVIII, puede verse en la serie de televisión, Valle Salvaje, cuya historia se desarrolla en 1763. Puede verse cómo era la moda, las costumbres y los bailes en tiempos del infante don Luis. También los espacios exteriores con localizaciones grandiosas y palaciegas (Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, Palacio de Aranjuez …) y estancias interiores con acertada decoración fruto de una minuciosa tarea documental. Entre ellas, la biblioteca tiene un doble papel destacado, donde como dijo John Lubbock: “podemos sentarnos en nuestra biblioteca y aun así estar en todos los rincones de la tierra”.

No en vano los guionistas de la serie citada, y de manera inteligente, han puesto en boca de un preceptor: “pocos lugares despiertan mi admiración como lo hace una biblioteca”. Así también, entre los personajes, hay consejos de lecturas que por extensión llegan a los telespectadores, citando por ejemplo: El diablo cojuelo (Luis Vélez de Guevara), El lazarillo de Tormes (Anónimo), La ciudad de las damas o Le Livre de la Cité des Dames (Christine de Pizan),  El arte de la guerra (Sun Tzu), La Celestina (Fernando de Rojas), Meditaciones metafísicas o Las pasiones del alma (Descartes), etc.

También aluden a libros de adivinanzas y acertijos pero sin dar títulos concretos, por eso, en breve investigación bibliotecaria y documental podríamos añadir de Aquí se contienen treynta y seys preguntas, o enigmas, con sus declaraciones, muy sentidas y graciosas,  compuestas por Baltasar Muret, libro localizado en el Catálogo Colectivo del Patrimonio bibliográfico español que deja constancia de su existencia y puede leerse.

Podemos sentarnos en nuestra biblioteca y aun así estar en todos los rincones de la tierra

Debe tenerse en cuenta que las novelas en forma de libro, así como las series televisivas (novelas audiovisuales basadas en libros o convertidas a ellos), son obras de ficción donde sus autores buscan las palabras correctas, las intrigas necesarias y el desarrollo literario o el cambio de guión  adecuados para crear capítulos y episodios que enganchen al público, desde su presentación y nudo hasta el desenlace final. Por tanto, más que publicidad de la citada serie, justo es reconocer el trabajo de guionistas, documentalistas, equipo humano de producción audiovisual y elenco actoral.

Es evidente que no hay comparación entre la biblioteca del infante don Luis (biblioteca privada casi Real y real al mismo tiempo) con la del televisivo duque Gálvez de Aguirre, aunque en ambos casos, se trata de resaltar el valor de las guardianas del conocimiento, donde muchas veces había un infierno de maravillas, un armario o depósito para esconder los libros prohibidos, porque poseer algo fuera de la norma y la censura era uno de los mayores riesgos y placeres ocultos.

Mi riesgo es mostrar este laberinto de curiosidades, y mi placer es compartirlo evocando el pasado Día del Libro (23 de abril), lo mismo que la próxima Feria del Libro, y el Día de las Bibliotecas (24 de octubre), fechas elegidas por consenso para resaltar los valores y enseñanzas de ambos. Aunque para leer y para amar “no hay horario ni fecha en el calendario”, lo mismo que ambos verbos “no están sujetos a imperativo”.

Felices lecturas con atención. ¡Acción!

Pilar del Campo Puerta

Documentalista y escritora

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